jueves, 26 de marzo de 2015

Big eyes: Retratos de una mentira

Sinopsis: Basada en la historia real de Walter Keane (Christoph Waltz), uno de los pintores más exitosos de los años 50 y principios de los 60. El artista alcanzó una notoriedad asombrosa al revolucionar la comercialización y accesibilidad del arte popular con sus enigmáticas pinturas de niños abandonados con grandes ojos. Sin embargo, la verdad terminaría saliendo a la luz: la obra de Keane no fue creada por él, sino por su esposa, Margaret (Amy Adams). Al parecer, los Keane vivieron una mentira que fue creciendo hasta alcanzar proporciones gigantescas. “BIG EYES” se centra en el despertar de Margaret como artista, en el fenomenal éxito de sus pinturas y la tumultuosa relación que mantuvo con su marido, catapultado a la fama mundial mientras se llevaba todo el crédito por el trabajo de Margaret.

Es una película de Tim Burton que se aleja de la estética prevaleciente en su carrera para mostrar un mundo un poco más sobrio pero no menos interesante. Visualmente hermosa, fotografía llena de colores pasteles, excelente elección de vestuario, sets y maquillaje, enmarca muy bien los años 50 y 60, momento histórico en el que se desarrolla la trama.

Lo que no me convenció mucho fue el guion, la historia no se explotó como debería considerando el atrevimiento que generalmente muestra Burton en sus proyectos, hay algunas escenas superflúas y no se ahonda en los cambios espirituales de la artista, por lo que sus perspectivas no son muy claras. Los puntos a favor son la evidencia de desigualdad de genero tan común en la época, la masificación del arte, así como el impacto de la crítica.

La actuación de Amy Adams brilló, su personaje es bastante sumiso y pusilánime, pero gracias a su interpretación se gana a la audiencia, que la acompaña por este doloroso viaje hasta que consigue la emancipación de su marido gracias a la ayuda de su hija.

El otro protagónico sin embargo es muy limitado, su peso lo da el esfuerzo que hace Chris Waltz, Keane es un hombre calculador y ambicioso que se esconde bajo una fachada de encanto y adulación, tiene un par de secuencias muy buenas y llenas de humor negro, por ejemplo aquella en la que se defiende a sí mismo en el juicio contra Margaret, pero eso es todo y no se puede evitar encontrar muchos rasgos del personaje Hans Landa de Inglorious Basterds (2009).





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